Entrevista con Miguel Ángel Tirado, inspector de educación: “Enseñar bien a leer y a escribir es la política de inclusión más eficaz que existe.”

Paco Benítez, 12 de octubre de 2025 

Doctor en Ciencias de la Educación por la Universitat de les Illes Balears (UIB) y Licenciado en Educación Física por el INEFC de Barcelona, Miguel Ángel Tirado ejerce actualmente de inspector de educación en Baleares, aunque sigue impartiendo clase como profesor asociado en el Máster de Formación del Profesorado de la UIB. Recientemente, ha formado parte del grupo de expertos que ha elaborado el informe «Análisis y propuestas para la mejora del sistema educativo y los currículos de educación infantil, educación primaria, ESO y bachillerato en las Illes Balears». 

Ha ejercido como director y jefe de estudios del IES Santa Margalida, así como de docente en Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanzas de Régimen Especial. También imparte formación continua al profesorado en los ámbitos de la programación, la evaluación, la lectura, la escritura y la función directiva. 

Es autor del libro Escuelas que enseñan: el conocimiento sí importa. Entre sus publicaciones más recientes destacan los artículos: «Decodificando el Diseño Universal para el Aprendizaje: ¿qué evidencia empírica lo respalda?» (2023), «¿Y si las competencias digitales se aprendieran con la pantalla apagada?» (2024) y «Dime cómo lees y te diré cuánto aprendes: ¿qué nos aporta la investigación a la enseñanza de la lectura?» (2024). 

¿Qué te movió a convertirte en inspector de educación? ¿Y a formar parte de la Asociación OCRE? 

Accedí a la inspección educativa tras once años formando parte de equipos directivos en un instituto público. Pensé que era el paso natural para seguir ayudando a los centros desde una perspectiva más amplia sobre el sistema. Mi motivación siempre ha sido la misma: contribuir a mejorar la educación y garantizar que cada alumno tenga las mismas oportunidades, sin importar su origen. 

Conocí la Asociación OCRE a través de un vídeo de su primer congreso y me identifiqué de inmediato con su defensa de una educación de calidad, equitativa y exigente. Encontrar un grupo de docentes comprometidos con esos valores me reconfortó, y me uní convencido de que las mejoras que necesitamos se construyen también desde el trabajo colectivo. 

En tu opinión, ¿cuál es la función principal de la escuela? ¿Tiene la escuela actual algunas funciones que sería mejor desechar? 

La función principal de la escuela es transmitir el legado cultural común, asegurando que todos los alumnos, con independencia de su contexto social, adquieran las herramientas intelectuales y éticas que les permitan pensar por sí mismos. En palabras de Gregorio Luri: “Si un niño rico encuentra al llegar a la escuela cerradas las puertas del conocimiento, tiene otros lugares a los que acudir. El pobre, no.” 

Algunas funciones actuales, como intentar suplir todas las carencias sociales o familiares, sobrecargan un sistema educativo y unos docentes al que se les exige solucionar lo que la sociedad y la política no logran encauzar. Al pretender hacerlo todo, la escuela corre el riesgo de no cumplir adecuadamente su labor fundamental, que es precisamente la que garantiza la equidad a largo plazo: la transmisión del conocimiento y la formación del pensamiento crítico. Delimitar las funciones de la escuela no implica desentenderse del alumno, sino aclarar responsabilidades. En otras palabras, la escuela debe colaborar con otras instituciones, no reemplazarlas. La solución, por tanto, no es la indiferencia, sino la cooperación. 

¿Qué características tienen las escuelas e institutos de tu zona que tienen buenos resultados? ¿Y las que tienen malos resultados? 

La pregunta me parece muy interesante, y ojalá pudiera dar una respuesta basada plenamente en la evidencia y no solo en percepciones o deseos. Lo que sí puedo destacar son algunas acciones que han funcionado en los centros en los que trabajo. Y lo sé, no solo por los resultados de las pruebas diagnósticas anuales, sino también gracias a las evaluaciones de centro en lectura —entre otras— que realizamos para valorar los progresos del alumnado, identificar tendencias y analizar el impacto de las innovaciones que introducimos. 

Además de estas evaluaciones generales, procuramos estructurar los contenidos de forma clara y progresiva, mediante programaciones funcionales y prácticas. Damos especial relevancia al aprendizaje inicial de la lectura y la escritura, e integramos ambas en todas las áreas como herramientas fundamentales para adquirir los conocimientos específicos de cada materia. Por último, consideramos esencial evaluar con un propósito formativo, pero, sobre todo, mantener un seguimiento cercano del alumnado y ofrecer una respuesta inmediata ante las dificultades que detectamos. 

En tu opinión, ¿qué explicación tiene que en las facultades de pedagogía actualmente se expliquen a los futuros maestros y profesores mitos que hace décadas que las evidencias han desterrado, tales como los estilos de aprendizaje, el aprendizaje por descubrimiento o la existencia de habilidades complejas desligadas del conocimiento? 

La principal crítica que puedo hacer a los planes de estudio del Grado en Educación Primaria de algunas universidades es que suelen tener una orientación excesivamente transversal y globalizadora, con asignaturas centradas en proyectos, contextos o integración de saberes. Este enfoque, aunque bien intencionado, no garantiza que se trabajen en profundidad los contenidos didácticos fundamentales, especialmente aquellos vinculados al aprendizaje inicial de la lectura, la escritura y las didácticas específicas. 

Curiosamente, los procesos de adquisición del sistema alfabético y de la conciencia fonológica, así como la identificación y respuesta a las dificultades específicas del aprendizaje lector y escritor (como la dislexia o la disgrafía), se diluyen dentro de asignaturas de enfoque general, sin un tratamiento sistemático ni específico. Esta falta de especialización provoca que muchos futuros maestros carezcan de herramientas concretas y basadas en la evidencia para enseñar a leer y escribir desde una base cognitiva y lingüística sólida. 

La formación pedagógica del profesorado de secundaria es otro cantar. La carga lectiva de las asignaturas de didáctica específica —ya sea de matemáticas, filosofía o educación física— es claramente insuficiente en los planes de estudio del Máster de Formación del Profesorado. En todo caso, resulta imprescindible fortalecer la conexión entre la investigación científica y la formación inicial, de modo que las decisiones educativas se fundamenten en evidencias contrastadas y no en teorías superadas o modas pedagógicas. 

Ahora te voy a preguntar por el DUA, ya que has escrito bastante al respecto. En la actualidad este enfoque pedagógico es uno de los que más peso tienen en lo que comúnmente se engloba como “metodologías alternativas”. Tú eres muy crítico con él. ¿Nos podrías explicar por qué? 

Creo que una norma no debería adoptar un paradigma pedagógico concreto, como ocurre con el DUA, porque eso limita la autonomía que la propia ley educativa reconoce. Comparto la intencionalidad inclusiva, pero me sorprende que la normativa mencione expresamente el Diseño Universal para el Aprendizaje y no otros modelos con más respaldo empírico, como la Respuesta a la Intervención (RTI). Vamos, que tenemos el DUA por decreto 

Además, el DUA parte de una idea atractiva, pero poco sustentada: que cada alumno aprende mejor si elige el formato que prefiere. Sin embargo, la evidencia no demuestra que esa libertad mejore los resultados, y su planteamiento está muy vinculado al mito de los estilos de aprendizaje, ya superado por la investigación. 

También hay un componente práctico: aplicar el DUA implica una gran dependencia de la tecnología, como si la inclusión pasara por digitalizarlo todo. Y sabemos que el uso intensivo de pantallas no garantiza mejores aprendizajes, especialmente en etapas tempranas. Una cosa es utilizar la tecnología para que determinados alumnos superen barreras, y otra muy distinta convertirla en el medio principal para todos. 

Por cierto, en una formación de las muchas que sobre DUA se hacen pude presenciar cómo el formador enseñó el DUA mediante la instrucción directa. Por cierto, de forma brillante. 

La siguiente es una pregunta que suele acarrear mucha polémica. Ahí va: ¿Ha bajado el nivel educativo en los últimos años? ¿En qué datos te basas? 

Depende de qué entendamos por “nivel”. Si miramos las tasas de titulación en la ESO, el porcentaje de alumnos que obtienen el título ha ido aumentando hasta situarse en torno al 81% a nivel nacional. Sin embargo, aunque más alumnos titulan, los resultados en comprensión lectora y matemáticas descienden...Y teniendo en cuenta que comprendemos lo que leemos a partir de lo que sabemos…

Como no aplicamos pruebas diagnósticas estatales periódicas que permitan analizar la evolución real del sistema, solo podemos recurrir a evaluaciones internacionales. En este sentido, el informe PISA 2022 muestra una caída clara tanto en matemáticas como en lectura, situando a España por debajo de la media de la OCDE y con retrocesos respecto a ediciones anteriores. Por su parte, las pruebas PIRLS, que evalúan la comprensión lectora en 4.º de primaria, confirman que esta tendencia se inicia ya en etapas tempranas. 

Es decir, titulamos más, pero aprendemos menos. El reto no es solo que los alumnos lleguen al final del sistema, sino que lo hagan con los conocimientos que realmente necesitan. 

¿Qué principales cambios y/o medidas se podrían realizar para mejorar nuestro sistema educativo? ¿Podrías señalar las tres o cuatro que veas más necesarias o urgentes? 

La primera es clara y no depende de la política, sino del compromiso de los centros: enseñar bien a leer y a escribir. El déficit en estos aprendizajes básicos ensancha la brecha entre estudiantes. La investigación es contundente: una instrucción sistemática, explícita y basada en la evidencia en lectura y escritura tiene un impacto enorme en la equidad y el rendimiento futuro. 

La segunda tiene que ver con los docentes, la pieza central del sistema educativo. La evidencia también es clara: los países con mejores resultados invierten en una formación inicial exigente, una formación continua de calidad y una selección rigurosa, además de ofrecer condiciones laborales que favorezcan la estabilidad y la colaboración. 

La tercera medida pasa por reforzar la confianza en la escuela: la confianza entre familias, docentes, administración y sociedad. Cuando confiamos en la escuela, le damos margen para hacer bien su trabajo, sin sobrecargarla ni cambiar constantemente sus propósitos. No se trata de algo abstracto, sino de algo muy concreto: estabilidad normativa, menos burocracia y más tiempo para enseñar y colaborar. Solo así la escuela puede centrarse en lo esencial: garantizar que todos los alumnos aprendan. Al fin y al cabo, el verdadero derecho a la educación se produce en el aula.  

¿Qué procedimiento debe seguir un docente para que ante una reclamación de notas de las familias y/o un recurso de alzada se respete su criterio profesional? ¿Es eso hoy posible con la LOMLOE y su paradigma evaluativo? 

Lo primero es que el docente tenga un criterio profesional sólido y transparente, que garantice el derecho del alumno a que su dedicación, esfuerzo y rendimiento sean valorados con objetividad. Esto implica que desde el inicio del curso el profesor tenga claro su sistema de evaluación y calificación, y que este haya sido informado a estudiantes y familias: cómo se evaluarán los aprendizajes y cómo se traducirán en calificaciones. 

Los famosos criterios de evaluación que establece la normativa son referentes para diseñar las actividades y valorar el progreso, pero no deberían convertirse en instrumentos directos de calificación. Esa confusión está en el origen de muchos conflictos.  

La dificultad de la LOMLOE no radica tanto en la existencia de dichos criterios —que siempre los ha habido desde 1990—, sino en lo que dicen (o no dicen). Y ya que me preguntas por su paradigma evaluativo, invito a quien quiera entender cómo hemos llegado hasta aquí a leer “La evaluación prodigiosa”: una distopía… o quizá no tanto. 

¿Qué parte de tu trabajo como inspector es la que más te gusta realizar? ¿Y la que te gusta menos? 

Sin duda, con lo que más disfruto es con el trabajo codo a codo con los centros, colaborando con los equipos directivos y docentes en todo lo que contribuya a mejorar los aprendizajes. Es en ese diálogo profesional, basado en la confianza mutua y la cooperación, donde el papel de la inspección cobra verdadero sentido. Aprovecho para agradecer sinceramente a los centros con los que trabajo su implicación y la actitud abierta y colaborativa que demuestran cada día. 

Lo que menos me gusta es la gestión de los conflictos que, aunque forman parte del trabajo, a veces desvían el foco de lo importante: ayudar a que las escuelas funcionen mejor y los alumnos aprendan más. Intento afrontarlos siempre con serenidad y equidad, pero reconozco que preferiría que nuestra energía pudiera dedicarse por completo a la mejora educativa. 

¿Tienes algún proyecto cercano importante que te gustaría compartir con nosotros? 

Sí, en noviembre la revista Supervisión 21 publicará en abierto el artículo “Pensar con papel y lápiz”, en el que trato de ordenar las principales aportaciones de la investigación a la enseñanza de la escritura. Agradezco mucho a la revista que lo haya aceptado —¡a pesar de que es un poco largo!—, pero espero que resulte útil para todos los profesionales: tanto para las maestras y maestros que enseñan a escribir, como para quienes quieren usar la escritura como herramienta para pensar y aprender mejor. Ah, y también abordo el tema de la inteligencia artificial, que, hablando de escritura, ¡no podía faltar! 

Por otra parte, sobre lectura se ha investigado mucho, pero quizás no tanto sobre escritura. Así que un grupo de docentes (que incluye algunos inspectores también) quisiéramos poner nuestro granito de arena y estamos investigando qué tipo de letra favorece mejor la legibilidad y velocidad, ¿la ligada o la de imprenta? El estudio es longitudinal, así que, si quieres, nos emplazamos a octubre del 2027 para compartir los resultados.

Haciendo un poco de evaluación, puesto que ya sabes que el cuerpo de inspectores recibe muchas críticas: ¿qué aspectos piensas se pueden corregir o mejorar? 

Los inspectores de educación somos docentes, y nuestra razón de ser como cuerpo profesional es mejorar el sistema educativo. Creo sinceramente que la inspección tiene un gran potencial para lograrlo a través del asesoramiento, evaluación y supervisión. En Baleares, que es donde trabajo, este curso hemos planificado una actuación prioritaria centrada en la enseñanza inicial de la lectura, la escritura y las matemáticas. Para ello, promoveremos el intercambio de buenas prácticas entre escuelas y el debate pedagógico sobre su enseñanza eficaz, facilitaremos instrumentos para evaluar estos aprendizajes esenciales y asesoraremos a los centros en la toma de decisiones a partir de los resultados. 

A mi modo de ver, este es el camino: una inspección cercana, colaborativa y orientada a la mejora real de los aprendizajes, más que al control administrativo, que también debe existir, pero siempre al servicio de una finalidad más alta: garantizar el derecho a una educación de calidad para todos los alumnos. 

¿Crees que tenemos un sistema educativo que ofrezca verdadera igualdad de oportunidades cuando se concreta en el aula? ¿Qué opinas sobre la inclusión que se está aplicando en los centros educativos? 

En mi opinión, enseñar bien a leer y a escribir es la política de inclusión más eficaz que existe. De los datos del Ministerio de Educación se deduce que tres de cada cuatro necesidades de apoyo educativo están relacionadas con dificultades en lectura y escritura, especialmente en los primeros años. Y la evidencia científica es clara: los niveles de lectura y escritura condicionan todo el éxito escolar posterior. 

Cada etapa debe asumir la responsabilidad de los aprendizajes que le corresponden, porque, en caso contrario, estamos agravando dificultades latentes o, peor aún, generando futuras necesidades educativas. Además, como la investigación confirma que el contexto en el que se nace y se crece influye en el aprendizaje, resulta imprescindible una enseñanza temprana, sistemática y bien orientada de la lectura y la escritura, capaz de compensar las desigualdades de origen. Cuando las dificultades no se detectan ni se interviene a tiempo, acaban convirtiéndose en un factor de riesgo educativo y social. 

Por otro lado, la verdadera inclusión requiere recursos especializados suficientes. Es fundamental que los alumnos con necesidades educativas especiales cuenten con el apoyo profesional y material necesario para ser atendidos, siempre que sea posible, en centros ordinarios, garantizando su aprendizaje y participación real. 

Cada minuto cuenta, y sabemos qué funciona: evaluación temprana, intervención inmediata y enseñanza eficaz. 

¿Crees que es necesario un currículo común para todas las CCAA? 

En realidad, no veo necesario un currículo único, sino que bastaría con que las enseñanzas mínimas fueran claras y coherentes en todo el territorio. En un estado descentralizado como el nuestro, con particularidades lingüísticas y culturales, es lógico y positivo que las comunidades autónomas completen sus currículos escolares. 

Ahora bien, eso no debería excluir la realización de evaluaciones diagnósticas comunes sobre las enseñanzas que compartimos, para poder valorar si los sucesivos cambios legislativos impactan realmente en el aprendizaje y detectar qué aspectos deben corregirse o mejorarse. 

A los que formamos la Asociación OCRE nos gustaría conocer tu opinión sobre lo que es para ti OCRE, lo que puede suponer, pero también que nos indicaras los aspectos sobre los que podemos seguir mejorando. 

OCRE es un espacio de reflexión sobre la educación que reúne a todos aquellos,  docentes y no docentes, que compartimos una convicción: que una escuela equitativa y de calidad, capaz de ofrecer conocimientos y cultura a todos los alumnos, con independencia de su origen, es la base de una verdadera democracia. 

Somos muchos, y cada vez más, procedentes de distintas etapas, enseñanzas y comunidades autónomas, con ideologías diversas pero un propósito común: alcanzar la mejor educación posible. 

¿Mejorar? Quizás lo más importante sea no perder nunca de vista para qué estamos aquí. No lo hemos hecho hasta ahora, y esa coherencia es precisamente nuestra fuerza. 

Y permitidme añadir algo personal: la presidenta es una maravillosa persona que nos inspira a todos con su empuje, su educación, su extraordinario compromiso y su buen hacer, siempre.  Gracias, Irene. 

¿Te gustaría añadir cualquier otra cuestión? 

Permitidme desearos que disfrutéis del congreso que estáis a punto de celebrar en Sevilla los días 24 y 25 de octubre, en el que tendré el privilegio de moderar una mesa de debate. Os felicito por el magnífico programa que habéis organizado y por reunir a tantos grandes profesionales. ¡Ya estoy deseando compartir esta experiencia! Será, sin duda, una gran oportunidad para pensar la educación y dialogar sobre aquello que nos apasiona y nos preocupa a partes iguales.  

¡Recuperemos la educación como ascensor social! 

¡Suerte y muchísimo éxito! 

2ª parte: Los participantes del IV Congreso de Expertos Docentes de Sevilla nos dan su opinión sobre el título de las tres mesas de debate

El Observatorio Crítico de la Realidad Educativa (OCRE) y la Asociación de Profesores de Instituto de Andalucía (APIA) organizan el IV Congreso de Expertos Docentes para un Análisis Crítico de la Educación (https://ivcongreso.asociacionocre.org), junto con la colaboración de la Universidad de Sevilla. Esta edición que se celebrará en el IES Martínez Montañés del barrio de Nervión en Sevilla el viernes, 24 y sábado, 25 de octubre. Este encuentro, de alcance nacional, servirá para analizar la situación de la enseñanza en nuestro país y las posiciones que diversos académicos y docentes sostienen para mejorar la actual crisis educativa.

Este IV Congreso, aunque estamos seguros que surgirán muchos temas clave interconectados, girará en torno a cuatros grandes cuestiones que las hemos querido reflejar en el propio título del congreso:

 “¿Cuáles son los retos de la escuela del s.XXI?

La recuperación de la educación como ascensor social”

 Y los títulos de las tres mesas de debate que tendremos:

“¿Cuáles son las prioridades en los primeros años de escolarización?”

 “¿Para qué la escuela? Una mirada desde la Filosofía y la Cultura Clásica”

 La evaluación a debate: ¿qué, cómo y para qué evaluar?”

En esta segunda parte del artículo, dividido en dos partes (cuya primera parte pueden encontrar aquí: 1ª parte: Los participantes del IV Congreso de Expertos Docentes de Sevilla nos dan su opinión sobre el título del mismo), les traemos a continuación, como aperitivo de nuestro IV Congreso, las opiniones de todos los participantes del congreso con respecto al título de cada una de las tres mesas de debate. Para no exceder más la extensión de este artículo, pueden encontrar los currículums detallados de cada uno de ellos en la web del congreso.

En primer lugar, según el título de la primera mesa de debate, nos dan su opinión Belinda Haro, Ramón Rodríguez, Andrés Rivera y Bianca Thoilliez:

“¿Cuáles son las prioridades en los primeros años de escolarización?”

 

Belinda Haro. Maestra de Audición y Lenguaje en Andalucía, con experiencia en tutoría de un aula específica para alumnado con TEA y en un puesto específico destinado a la atención de alumnado con TEL, actualmente TDL.

En los primeros años de escolarización se juega mucho más que contenidos o habilidades académicas iniciales. Se juega la construcción de la relación del niño con el saber, consigo mismo y con los otros.

Por eso, la prioridad debe ser clara: crear vínculos sólidos, entornos seguros y experiencias de aprendizaje que partan de la curiosidad y la emoción, no de la imposición o la prisa.

No es prioritario adelantar aprendizajes, sino construir bases sólidas emocionales, cognitivas y sociales que permitan a cada niño desplegar su potencial.

El juego, la experimentación, el lenguaje, el cuerpo y el descubrimiento del mundo deben ser los pilares de estos primeros años, pero siempre bajo la guía de docentes que comprenden que educar no es improvisar: es construir trayectorias de sentido y posibilidades. Y no es «descubrir tampoco», es guiar, modelar y para llevar a nuestro alumnado a la consecución de los aprendizajes, por ejemplo, los niños en esas primeras etapas no descubren las letras… el maestro se las enseña de forma clara, directa y explícita.

Además, estos primeros años son fundamentales para detectar de forma temprana necesidades específicas y ofrecer acompañamientos reales, sin etiquetas limitantes, desde una mirada de confianza en la plasticidad y el crecimiento de cada alumno. Es el momento, de poner en práctica una educación que dé un giro en pro de la prevención y establezca pautas sólidas a desarrollar en los centros educativos tanto para detectar al alumnado en riesgo como para potenciar, estimular y prevenir en aquellos aspectos que son fundamentales para el desarrollo de aprendizajes posteriores.

No se trata de convertir las aulas en un “todo vale” ni en un parque de diversiones.

Se trata de formar seres humanos plenos, curiosos, resilientes y confiados en su capacidad de aprender y transformar.

Cuando priorizamos el vínculo educativo auténtico, el desarrollo integral y el conocimiento profundo, sembramos las raíces de una educación que de verdad puede cambiar vidas.

Y en estos tiempos inciertos, sembrar raíces sólidas y sembrar estrellas es más urgente que nunca.

 

Ramón Rodríguez Galán. Tutor de Educación Primaria en Sevilla. Formador de docentes en campos como las metodologías activas, la tecnología educativa y el uso seguro y responsable de internet y RRSS.

De nuevo podríamos hablar de tantos puntos… Pero creo que algo básico es dotar a nuestro alumnado, desde pequeños, de destrezas y competencias que les permitan ser autónomos e independientes, cada curso en la medida justa, por supuesto. Pero que, poco a poco, aprendan desde pequeños a valerse por sí mismos en diferentes ámbitos de su vida es algo que agradecerán el resto de su vida. Lo que es totalmente compatible con la necesidad de que tengan siempre cerca a sus adultos responsables, dispuestos a guiarlos por el camino, a tenderles una mano y ayudarles siempre que nos necesiten. Creo que una cosa y la otra van de la mano. Y cada niño y cada niña deben tener la oportunidad de hacer su propio camino en la vida.

 

Andrés Rivera. Maestro de primaria desde 1998 en la Comunidad Valenciana y monitor de natación por la Real Federación de Natación desde 1995.

Hay un aspecto actitudinal fundamental:

Introducir la noción del papel posibilitador que la escuela tiene para ellos, un lugar en el que todos coincidimos para enriquecernos a través del conocimiento.

Esto a la vez que se desarrolla la idea de una convivencia orientada hacia el fin anterior.

 

Bianca Thoilliez. Profesora Titular de Teoría e Historia de la Educación en la Universidad Autónoma de Madrid.

Alfabetización, alfabetización y más alfabetización. Además, es fundamental informar insistentemente a las familias sobre la importancia de mantener a sus hijos lo más alejados y por el máximo tiempo posible de las pantallas de móviles y tabletas. Y, por esto mismo, es clave que en las escuelas asumamos educar en el desarrollo de la atención, la capacidad de espera y la paciencia y la persistencia.

 

En segundo lugar, según el título de la segunda mesa de debate, nos dan su opinión David Cerdá, Ramón Espejo (que sustituirá a David Cerdá), Carlos Javier González, Emilio Canales y Olga García:

 “¿Para qué la escuela? Una mirada desde la Filosofía y la Cultura Clásica”

 

David Cerdá. Economista, doctor en filosofía y profesional de la gestión empresarial, la educación, la comunicación y la ética.

El ideal clásico de la paideia es más perentorio que nunca, ahora que la educación se ha degradado con las utilitaristas y erróneas metas de la digitalización y la empleabilidad. El gran valor de los clásicos y la filosofía es su inobsolescencia y, en nuestros tiempos, su acceso universal y virtualmente gratuito que, para alcanzar a la mayoría, no obstante, hacen falta profesores y un espacio pedagógico libre de imposturas.

 

Ramón Espejo. Catedrático de Literatura Norteamericana en la U. de Sevilla, investigador especializado en teatro norteamericano.

Porque sin ella volvemos a la Edad Media, con lo que supone de confinar a la inmensa mayoría de la población a la pobreza y a la ignorancia y consagrar a una élite dominante. El proyecto de escuela ilustrada es incompatible con la escuela vivencial, perroflaútica a la que el neoliberalismo y los mercados nos quieren llevar y que cercena el futuro de nuestros jóvenes.

 

Carlos Javier González Serrano. Profesor de Filosofía y Psicología y orientador de Bachillerato en Madrid.

La escuela debe ser casa de preguntas, no sólo de respuestas. De contra-tiempos y des-acatamientos, y no de afirmación de la univocidad. El auténtico progreso no se construye en exclusiva a través de la empleabilidad, sino por la valentía de estar a la altura de hacernos las preguntas adecuadas en el aula. Con y entre nuestros estudiantes. La escuela es y ha de ser, ante todo, el espacio del contra-tiempo, de la rebelión contra la inmediatez

 

Emilio Canales. Profesor de secundaria de latín y griego en Granada, doctor en Filología Clásica.

La escuela ha de servir para ofrecer igualdad de oportunidades e impedir desequilibrios que, sin duda, abocan a los individuos a la marginalidad, pero también -lo que no es menos relevante- para favorecer el descubrimiento de mundos a los que sería difícil o imposible acceder desde otros ámbitos, como es el caso de la Filosofía, el Latín o el Griego. Desde el campo de la educación se debería favorecer el conocimiento crítico de la realidad, que el sistema educativo limita año tras año, centrando la formación académica en saberes supuestamente prácticos o «válidos para la vida».

 

Olga García.  Profesora de Filosofía de Enseñanza Secundaria en Toledo y codirectora de la Colección de Educación de Akal.

La relación entre la educación y el ejercicio de la ciudadanía o el desempeño de la capacidad política es constante en la Filosofía Antigua y en la cultura clásica en general. La República, el Protágoras y Las Leyes de Platón, la Política y La Constitución de los Atenienses, de Aristóteles, son obras paradigmáticas en el sentido de intentar discernir si es necesaria una formación específicamente política de los ciudadanos (en los asuntos de la polis) o si cualquiera está capacitado para gobernar. ¿En qué consistiría esa capacitación de necesitarse? ¿Es la propia racionalidad la que habilita para la participación en el Ágora? ¿Es necesario educar y en qué a la ciudadanía? ¿Qué tipo de ciudadano forma la escuela? Sería deseable, y queda apuntado, que fuera uno capacitado para la parresía, para la crítica a las instituciones de las que él mismo participa. Sócrates es un ejemplo paradigmático que es extrapolable al debate actual.

 

Y, por último, según el título de la tercera mesa de debate, nos dan su opinión Antonio Iván Rodríguez, Elena González, Javier Mestre y Silvia Toscano:

 La evaluación a debate: ¿qué, cómo y para qué evaluar?”

 

 Antonio Iván Rodríguez López. Maestro de Educación Primaria en Granada, especialidad de Educación Física.

Lo primero de todo, es crucial saber que calificar y evaluar no es lo mismo. Partiendo de esta premisa, podemos decir que todo lo calificable deber ser evaluado, pero no todo lo evaluado deber ser calificado. La evaluación es uno de los pilares más importantes del sistema educativo y, a la vez, uno de los más complejos de aterrizar en el aula. Está presente en el marco legislativo del sistema educativo español, donde se especifica su finalidad y los diferentes elementos que la componen, entre los que destacan los criterios de evaluación y las competencias específicas. La evaluación, por lo tanto, es un proceso – e incluso una metodología por el valor tan importante que tiene – que consiste principalmente en recoger información, analizarla y, por último, emitir juicios de valor y/o tomar decisiones. Para ello, se debe proporcionar al alumnado las oportunidades de mejora oportunas, un feedback efectivo y de calidad dirigido a la tarea, así como implicarlo en procesos de autoevaluación y coevaluación.

Una de las principales quejas del profesorado a la hora de llevar a cabo procesos de evaluación formativa y compartida es la falta de tiempo. El alumnado, en este caso, también presenta resistencia, destacando la baja predisposición para asumir responsabilidades.

Las dos siguientes infografías resumen el cómo y el para qué evaluar:

 

Elena González Párraga. Licenciada en Historia por la Universidad de Granada, graduada en Historia del Arte por la UNED y profesora en la educación pública andaluza.

La evaluación es una de las labores más importantes, y a la vez más difíciles, del docente. Para que la escuela siga siendo un ascensor social, es imprescindible comprobar que cada alumno/a ha adquirido los conocimientos y destrezas que necesitará, no solo en etapas venideras, sino en la adultez. Para ello se debería diseñar una evaluación que ante todo sea objetiva, y tan clara y transparente como sea posible. Una evaluación con criterios que sean concretos y que huyan de la ambigüedad que caracterizan a los de la actual ley. Y, por supuesto, una evaluación que no se limite meramente a las pruebas escritas, sino que englobe distintas tareas realizadas en el aula o fuera de ella, y vaya siempre acompañada de una retroalimentación donde se informe al alumno/a o a su familia en qué se puede mejorar.

  

Javier Mestre. Catedrático de enseñanza secundaria, especialidad en lengua castellana y literatura, en Ávila.

Entiendo que nos referimos preferentemente a la evaluación de nuestros estudiantes; la evaluación del trabajo docente y del sistema educativo es harina de otro costal.

La evaluación debe ser, ante todo, lo más objetiva que se pueda. Debe poder ser contrastable y revisable por terceras personas cualificadas, no debe quedarse en la subjetividad del docente que evalúa. Debe ofrecer seguridad jurídica a los estudiantes de cualquier nivel. ¿Qué se puede evaluar que cumpla con esta exigencia elemental del proceso? Obviamente: los conocimientos.

Se evalúa porque creemos en las acreditaciones que ofrece la escuela pública. Un título debería ser una garantía de haber alcanzado un determinado nivel de formación intelectual. Son cosas de un sentido común que está siendo atacado por tierra, mar y aire, tanto desde la derecha ultraliberal como desde una izquierda desnortada que no ha entendido nada y que despertará cuando ya sea demasiado tarde.

¿Qué se evalúa? Lo que se ha aprendido. El conocimiento y las destrezas adquiridas. El concepto de competencia es derivado de los de conocimiento (de las distintas disciplinas ilustradas) y destreza (de las disciplinas de carácter más artístico, manual o relacionadas con la actividad física). Es de todo punto absurdo enseñar y evaluar por “competencias” si entendemos que el conocimiento, los contenidos, son la piedra angular del sistema y de los procesos de enseñanza-aprendizaje… Solo tiene sentido si precisamente se quiere vaciar de contenidos, de conocimiento, la educación y, así, convertir la escuela en otra cosa más parecida a una guardería, un cuartel o un campamento.

¿Cómo se evalúa? Con pruebas objetivas cuya corrección sea reclamable y, por tanto, revisable por otros docentes. Se han de evaluar el esfuerzo y la actitud en los procesos educativos concomitantes a la enseñanza en primaria y, quizás, al principio de la secundaria. Pero la maduración en el proceso debe dirigirnos siempre hacia las pruebas objetivas que concluyen con la expedición de un título que debe ser verdaderamente valioso.

¿Para qué se evalúa? En primer lugar, para garantizar precisamente que los egresados y egresadas de la enseñanza pública son verdaderamente competentes y tienen un nivel suficiente de formación ilustrada como para responder correctamente ante determinadas tareas y responsabilidades y como para ser ciudadanos y ciudadanas capaces de decidir de manera informada y formar su propio criterio en libertad.

En segundo lugar, la evaluación y los subsiguientes premios (la promoción y la titulación) constituyen el estímulo más poderoso para que niños, niñas, adolescentes y jóvenes… ¡estudien!

 

 Silvia Toscano. Profesora de Economía desde el año 2000 y actualmente vicedirectora en el IES Martínez Montañés desde 2023.

La mesa trata sobre las tres preguntas claves de la evaluación, qué evaluar, cómo evaluar y para qué evaluar. Y siempre las planteamos en este orden. Pero mis años de experiencia me han enseñado que el para qué es el punto de partida desde el que me planteo la evaluación tanto de los alumnos como de mi propio trabajo.

Desde 2018, soy profesora del Programa del Diploma del BI en el IES Martínez Montañés, lo que me ha permitido conocer no sólo una metodología sino también una forma de evaluar diferente. Y es que para el BI todo nuestro trabajo como docente gira en torno a que el alumnado desarrolle habilidades como la autogestión, el pensamiento crítico o la mentalidad abierta, habilidades le serán útiles a lo largo de su vida. Este es el para qué. Mi punto de partida y que me sirve para definir cómo evaluar o qué instrumentos de evaluación utilizar y qué evaluar. Esto ha supuesto un cambio significativo en mi forma de planificar la evaluación de mi alumnado.

Evidentemente este cambio en la evaluación supone también un cambio en el método de estudio del alumnado. Y esto no es nada fácil. Explicar a un alumno un error que no ha sabido justificar adecuadamente un argumento para que pueda mejorar la forma de hacerlo. Que un alumno entienda porque la justificación que ha dado no es válida o no está bien explicada, es muy complicado.  Pero lo cierto es que, al final de los dos años que dura el programa, el alumno termina no solo aprendiendo a hacerlo sino prefiriendo este tipo de evaluación al que se le aplica en el Bachillerato Nacional.

Trasladando esta experiencia al modelo de competencia claves actual, la LOMLOE, la evaluación de las mismas en todos los cursos y en todas las asignaturas, facilita la evaluación del alumnado si, como docentes, aceptamos el cambio que supone en nuestra forma de trabajo y, contamos con el apoyo institucional necesario.

 

Desde la Asociación OCRE les invitamos a que se inscriban, que nos acompañen y que participen también los días 24 y 25 de octubre en Sevilla en nuestro IV Congreso, porque habrá mucho más: Congreso Ocre